Bendeciré a Jehová en todo tiempo
“Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca. En Jehová se gloriará mi alma…” Salmo 34:1-2.
La palabra “alabanza” corresponde al vocablo hebreo “tejiláh”, que significa “elogio, específicamente en un himno; alegría, canto, loor; aprecio genuino por las acciones y el carácter de Dios”. Se usa en relación a la adoración, acción de gracias y alabanza a Dios expresada a través de cantos.
Aunque no todos podemos afinar a la perfección, todos tenemos cuerdas vocales que debemos usar para cantarle a Dios. Entonar una alabanza no significa cantarle a un público humano; es cantarle a Dios directamente. Puede que lo hagas en voz alta, o muy bajito; que lo hagas usando notas altas o bajas; en la iglesia, mientras trabajas o te duchas…
Pero siempre tu auditorio tendrá un unico espectador, Dios. El Señor se goza con la alabanza de sus hijos. Habita en medio de la alabanza. “Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel” (Salmo 22:3).
Si te parece que Dios está lejos, solo comienza a alabarle. Sentirás en tu corazón que Dios está allí mismo donde te encuentras recibiendo tu adoración. Cuando comenzamos a alabar a Dios, nos encaminamos hacia una victoria.
Así pasaba con el pueblo de Israel. Había guerras en donde solo debían alabar a Dios y dejar el resto en las manos del ejército celestial. “Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros.” (2 Crónicas 20:22).
Tal vez estás esperando la intervención directa de Dios en alguna situación para comenzar a alabar a Dios, pero muchas veces es al revés, cuando comenzamos a alabarle, Él interviene.
Quiero animarte a que comiences con el mismo corazón que el salmista. Empieza cantando alabanzas a Dios solo, sin compañía, mirando con ojos espirituales a Aquel que recibe tu adoración. Comienza alabando a Dios por lo que ha hecho en tu vida y por lo que Él es para ti. Piensa en todas las bendiciones recibidas. Recuerda las maneras en que te ha expresado su amor y cuidado. ¡Alaba a Dios y verás como actuará en tu vida!
Oremos:
Padre Celestial, ayúdame a siempre alabarte por lo que eres para mí y no por lo que me puedas dar SEÑOR tú eres y serás Él SEÑOR de los imposibles. Gracias mi Dios y Padre Celestial. Amén
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