El chisme y sus consecuencias
La Palabra de Dios nos habla muy claramente sobre lo malo que es el hablar indebidamente de otra persona (osea chisme) y siempre sus resultados son tan dañinos que pueden destruir el testimonio o la vida de una persona. La palabra hebrea traducida como “chismoso” en el Antiguo Testamento es definida como alguien que revela secretos que suceden a su alrededor como un chismoso o traficante de chismorreos.
En Proverbios 16:28 nos dice la palabra – “El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos”. Muchas personas, amistades y hasta familias han sido destruidas por un comentario incorrecto lo cual comienza con un chisme.
El chisme trae contiendas, dice Proverbios 26:20 – «Sin leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, cesa la contienda.» Como la leña que aviva el fuego así mismo es el chisme, aviva la contienda entre personas. Qué triste es cuando usted ha confiado en una persona y al pasar el tiempo usted se entera que esa persona en la cual confiaste te ha juzgado y hablado mal de ti delante de otros. Es doloroso el confiar en alguien y darte de cuenta más tarde que esa persona no tenía como dice el texto “espíritu fiel”.
Qué triste cuando por un chisme se separan familias, amigos, iglesias, ministerios, matrimonios dejando una estela de dolor y daño que pueden pasar muchos años para reparar el daño hecho y hay casos que el daño no tendrá reparo jamás porque Dios perdona y no se recuerda más de nuestros pecados, pero a diferencia del hombre que tiene por tendencia él no olvidar.
A juzgar por lo común de su práctica, aún entre personas que profesan ser cristianas, tal parece que muchos están confundidos con respecto a la naturaleza y malignidad del chisme.
“El que anda en chismes descubre el secreto; mas el de espíritu fiel lo guarda todo” (Pr. 11:13). “El que anda en chismes revela secretos, pero el de espíritu leal oculta las cosas” (LBLA).
Junto con el chisme normalmente aparece otra variante, la QUEJA: esta palabra significa (lamentarse, dolerse, protestar, demandar, reclamar, reprochar.) Y de la queja viene la murmuración, estos son como dos gemelos que nunca andan separados siempre andan juntos y son muy buenos compañeros nunca se separan, la queja no es de Dios, no viene en el paquete de la salvación.
La murmuración puede ser sobre un hecho verdadero, entonces se le llama chisme. No se cuestiona si lo que se comunica es cierto o no, sino que el hecho de hablarlo, de comentarlo con otros, se constituye en murmuración y eso es pecado. Y recuerden que para Dios no hay diferencia de pecados, es tan pecador el asesino, el idólatra, el adúltero como el chismoso. Nuestro Señor llama a los chismosos corruptos.
Aquellos que se involucran en este comportamiento no hacen sino provocar dificultades y causar ira y amargura, sin mencionar las heridas entre amigos. Tristemente, algunas personas lo hacen pensando que es sin intención y buscando el bienestar de la víctima de sus murmuraciones, y nada más lejos de la realidad. Cuando tales personas son confrontadas, niegan las acusaciones y responden con excusas y racionalismos. En vez de admitir su error, culpan a alguien o a algo más, o intentan hacerlo sonar como si el pecado que cometieron no fuera tan malo. “La boca del necio es quebrantamiento para sí, y sus labios son lazos para su alma. Las palabras del chismoso son como bocados suaves, y penetran hasta las entrañas.” (Proverbios 18:7-8).
“El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.” (Proverbios 21:23) Así que debemos guardar nuestras lenguas y refrenarnos del acto pecaminoso del chisme. Si rendimos nuestros deseos naturales al Señor, Él nos ayudará a mantenernos rectos. Dios recompensa al justo y al recto, así que todos debemos luchar para permanecer como tales.
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