Pedir Mal
Santiago 4:3-5 – Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. (4) ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. (5) ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?
La palabra enseña que se puede orar incorrectamente. “Pedís mal”. Oras mal cuando lo que le pides a Dios está basado en asuntos materiales. El apóstol Santiago le llama adulterio. Nuestra traducción de la Biblia dice “Oh almas adúlteras”, pero en el original es una sola palabra, “adúlteras”.
Cuando le pides cosas materiales a Dios, estas siendo infiel a Dios. Es posible pedirle a Dios un bien material y que él no nos lo conceda porque ese bien sería objeto de idolatría, que es lo mismo que adulterio espiritual.
Noten los versos 4 y 5.
¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?
Tu deleite ha de ser Dios y no que Dios sea un medio para conseguir cosas que amas más que a Dios.
Mateo 7:7 dice: Pedid y se os dará.
¿Es Mateo 7:7- una exhortación a usar a Dios como el genio de la lámpara de Aladino? No. Es claro que el punto de la promesa de Mateo 7:7-11 es pedir con confianza la gracia necesaria para vivir la vida cristiana, pues Dios te lo concederá.
Algo que nos puede ayudar a ver y usar la oración correctamente es reconociendo que es una arma de guerra. En Efesios 6, el apóstol Pablo nos describe cuales son nuestras armas espirituales para luchar.
Efesios 6:17-19 – Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; (18) orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; (19) y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio,
La oración es un instrumento de guerra, no una barita mágica para satisfacer nuestros deseos terrenales. El mantener una mentalidad de guerra nos ayudará evitar peticiones malas. La oración no es un intercomunicador doméstico, sino más bien un walkie- talkie de guerra. Así han de ser nuestras oraciones. Todo lo que pidamos ha de ser para contribuir con la causa de la guerra. Oremos por todo para la gloria de Dios.
“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?(26) Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (27) ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? (28) Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; (29) pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. (30) Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? (31) No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? (32) Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. (33) Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (34) Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” (Mateo 6:25-34)
Hermanos, en ninguna manera es nuestra intención y mucho menos la intención de nuestro Salvador que dejes de orar por las cosas materiales. Orad sin cesar. Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego. La intención es que nuestras oraciones están cada vez más saturadas por peticiones espirituales y que aun las peticiones por cosas materiales y temporales sean con el propósito de glorificar a Dios con nuestras vidas y aumentar nuestro gozo y deleite en él más que en sus dones.
Ahora más que nunca pidamos con la seguridad plena de que Dios nos concederá todo lo que le pedimos que contribuya para nuestro mayor bien y gozo.
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