Si es su Voluntad
Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra
–les dijo Jesús–. Juan 4:34
Es impresionante todo lo que las personas pueden alcanzar cuando creen en ellas mismas. La historia es testigo de los grandes logros de hombres y mujeres que alcanzaron metas que para muchos eran imposibles. En la década de los sesenta no existía la tecnología para poner a un hombre en la luna; sin embargo, un grupo de personas creyó que podían lograrlo y menos de diez años después el mundo quedó maravillado al ver por televisión las imágenes de un hombre caminando sobre la luna. Muchos que creen tan solo en la ciencia exhiben mayor fe que la de muchos cristianos. ¿Cuanto más deberíamos de lograr nosotros si el objeto de nuestra fe es Dios?
Todo mandamiento de Dios viene acompañado de una promesa: «porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios» (2 Corintios 1:20). Dios nunca nos manda hacer algo para lo cual no nos ha capacitado. La pregunta nunca se trata de si Dios puede, sino de si Dios quiere. Si El quiere, entonces nosotros podemos, si creemos. Aquellos que están dispuestos a hacer la voluntad de Dios la entenderán y por la gracia de Dios la harán (Juan 7:17).
Es de vital importancia entender que Dios no tiene obligación alguna con el hombre. Dios solo está obligado consigo mismo y con los pactos que ha hecho con nosotros. No necesitamos que Dios esté en el Cielo dispuesto a complacer todos nuestros caprichos. Nunca llegará el día en que digamos algo y Dios este obligado a hacerlo tan solo porque nosotros lo hayamos dicho. No podemos arrinconar a Dios.
Se cuenta de una Señora que condicionaba la oración del pastor por su esposo agonizante a no terminar su oración diciendo: «hágase tu voluntad». Nunca debemos de disculparnos por inclinarnos ante la superioridad de la autoridad de Dios. Él nos enseño a orar: «hágase tu voluntad». Si lo hacemos de cualquier otra manera, nos estaríamos poniendo en la posición de Dios. El uso independiente de la Palabra de Dios y sus atributos divinos fue precisamente la forma en que Satanás tentó a Jesús. El Señor resistió la tentación a actuar en forma independiente de Dios el Padre y declaró que Su alimento era hacer la voluntad de Su Padre que le envió. Ese también es nuestro alimento.
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