El Padre ausente (II)
Existen dos clases de padres ausentes. En primer lugar tenemos a los Padres vivos o muertos, pero que por alguna razón no están con nosotros; y en segundo lugar están los Padres que viven con nosotros, que le vemos todos los días, pero que son indiferentes.
Me cuenta una amiga, que hace unos años perdió a su padre por una enfermedad; pero que antes que eso sucediera, ella vivió la indiferencia y la falta de papá en la casa, por la famosa “otra mujer”. Ella se crió con un sentimiento de vacío paternal, porque su padre creía que con darle lo material que ella necesitara, iba a demostrar todo su amor y cariño por ella. Me cuenta que además del vacío que ella sentía, había temor, temor a que por las noches su papá llegara borracho a su casa y que agrediera a su mamá verbal y físicamente.
¿Cuantos hogares viven diariamente esta cruda realidad?, es probable que muchos, pero estos hechos nos demuestran que no existe una paternidad humana perfecta. Dice la psicología que si un padre actúa de esa manera, es porque vio y recibió eso de niño. Cuando se es hijo y algo injusto nos pasa, decimos para nosotros: “esto no lo voy a hacer con mis hijos”, pero al pasar los años, lo hacemos inconscientemente con nuestros hijos. Hacemos lo que nunca nos gustó que nuestros padres nos hicieran.
El ausentismo paternal no proviene de Dios, ya que es producto de la separación del hombre con Dios. La ausencia de un padre es la consecuencia de muchos factores y de mucha ignorancia. Es desconocer los mandatos que Dios ha establecido para los padres. Cuando un hombre se casa adquiere ciertas obligaciones y parte de ellas son con Dios, y entre ellas está vivir una paternidad conforme a su Palabra. Y para practicar una paternidad sana, se debe conocer que se dice al respecto.
“Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.” Santiago 1:5.
Debe estar conectado para enviar un comentario.