La deslealtad
Al decir deslealtad no me refiero únicamente a la traición que culmina en el adulterio. Sino también a la honra que se deben mutuamente marido y mujer en todos los sentidos, incluso con la mente. Es de mal gusto y deja mucho que desear, cuando esposo o esposa exponen los errores o defectos de su cónyuge ante familiares, amigos y conocidos.
En cuanto al trato con el sexo opuesto, un verdadero esposo cristiano, o una esposa cristiana, no deben permitirse el lujo del coqueteo o la apariencia de no estar comprometidos. En un cambio de trabajo, de vecindario o de amistades, un casado o una casada deben mostrar con orgullo que lo son.
Es una deslealtad cometer el error de ver u oír voluntariamente cosas que van contra el matrimonio, y permanecer callados.
Si se da el caso, como suele suceder con los profesores y maestros que suele haber, según el país, más mujeres que hombres; si un cristiano se ve en esa situación y habla delante de sus compañeras dando honra a su esposa, a ellas no les agradará mucho en el momento, pero para sus adentros admiran a este hombre y lo respetan, a la vez que envidian a su mujer.
Es una deslealtad cometer el error de oír ó ver voluntariamente cosas que van contra el matrimonio, y permanecer callados.
El Padrenuestro dice: «No nos metas, o no nos dejes caer en la tentación». Cristo dijo esto como modelo de oración, y ésta es una de las tres peticiones con relación a las necesidades humanas. Por desgracia, hemos visto matrimonios cristianos destruidos por la deslealtad. ¿Falló el cristianismo, falló Cristo? No, el hecho de que haya accidentes aéreos, no significa que la aviación sea mala. Para consumar el pecado del adulterio, hay que codiciar primero, llevarlo a la mente, buscar las oportunidades, dejarse llevar por los apetitos y no por el Espíritu, ser infiel al Señor primero, dejar la relación con él, hasta que con la voluntad derretida y la mente cargada de deseos, se rompe el pacto de fidelidad más entrañable e importante que un ser humano hace con otro.
Sabemos que el cine, internet y ciertas revistas, han puesto de moda el amor libre y el adulterio, inclusive en su expresion mas simple, el juego entre dos personas a traves de la red… Como son expertos, juegan con todo tipo de situaciones y casi siempre el adulterio está justificado. Algunas veces es el adulterio doble, que logra diálogos muy sugerentes, y agudos. Han creado el tipo de cónyuge desvergonzado que sabe que le están traicionando y continúa tan normal como si nada sucediera. Dice la Palabra: «No os conforméis a este mundo, sino antes transformaos por la renovación de vuestro entendimiento para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios agradable y perfecta. No tomar la forma del mundo».
Sólo el Señor puede transformar para que no volvamos a tomar la forma del mundo.
Pablo dice a su hijo Timoteo: «Huye de los deseos juveniles…»
Alguien dijo: «Que no se sabe hasta qué edad se dan los deseos juveniles».
El apóstol Santiago dice: «Resistid al diablo y de vosotros huirá». Y levanta su voz con autoridad para declarar: «Almas. adúlteras, ¿no sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios»
El adulterio del alma es la infidelidad a Dios, y cuando se es infiel a Dios, esto conlleva una serie de infidelidades siendo la más funesta la del matrimonio. El diablo alimenta la traición. Si has concebido la deslealtad, el diablo te ayudaría. Fue el diablo quien alimentó la deslealtad a Dios de Adán y Eva; fue él quien metió en el corazón de Judas la traición a Jesucristo.
Quiera el Señor que por encima de todas las circunstancias podamos escribir en nuestras vidas, con caracteres luminosos, delante de Dios y de los hombres, la palabra FIEL.
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