Un carbón encendido
…»Cierta persona dejó de buscar de Dios. Después de algunas semanas, un amigo decidió visitarlo. Era una tarde fría; el amigo encontró al hombre solo, en su chimenea, sentado frente a una estufa de leños. Adivinando el propósito de la visita, el hombre le dio la bienvenida a su amigo, y lo invitó a sentarse en un gran sillón cerca del fuego y esperó callado. Su amigo se puso cómodo y también permaneció callado. En un gran silencio observó el juego de las llamas alrededor de los troncos. Luego de algunos momentos, tomó las pinzas para las brasas, levantó un carbón encendido y lo colocó a un costado. Se sentó en su sillón y continuó en silencio.
El dueño de casa observó todo con fascinación. Después de cierto tiempo, el carbón apartado dejó de quemarse hasta apagarse totalmente. Ni una palabra se había dicho desde el saludo inicial. Justo antes de que el amigo partiera, levantó el carbón solitario, frío y lo volvió a colocar en el medio del fuego; inmediatamente comenzó a resplandecer como el resto de los carbones alrededor.
Cuando el amigo llegó a la puerta para irse, escuchó del dueño de casa decir:»Muchas gracias por tu visita y especialmente por tu fogoso mensaje; Buscaré del Señor nuevamente!!.»
«TU eres mi refugio, TU eres todo lo que tengo en esta vida!!» Salmo 142:5.
Debe estar conectado para enviar un comentario.